Historia de la aparición de la Virgen del Carmen de Apicalá

No sabemos quién fue el inspirado escultor, que esculpió la imagen que veneramos en nuestro santuario. La tradición dice que a comienzos de la fundación del pueblo (1828), se presentó un peregrino que se ofreció a hacer una imagen de la virgen, los contratantes principales le exigieron que el rostro y el niño fueran de madera, lo mismo la advocación del Carmen, como patrona del pueblo, era muy justo que con frecuencia sus hijos renovaran su vestido como prueba de devoción; los habitantes proporcionaron habitación y alimento al escultor, mostrando amabilidad. Cuando el artista terminó la obra se presentó al comité para que recibieran la imagen de la virgen con el niño. Era un domingo y todo el vecindario se reunió sin haber sido convocado, ni haber causa especial, todos se encontraban congregados en la plaza. Faltaron dos golpes para que el pueblo se reuniera frente a la habitación del artista, la imagen se encontraba en el armazón que usaba para sostener la escultura con un sencillo vestido y escapulario la imagen cubierta discretamente por un velo; en medio de la expectación y ansiedad general, un silencio abrumador, el escultor descubrió su obra.

Todos los concurrentes cayeron de rodillas y con fervorosa piedad rezaron en coro la salve, terminada la oración aclamaron al artista y propusieron premiarlo, pero este ya había desaparecido sin que haya dato alguno sobre el hombre.

No se sabe quién fue ese peregrino; si un ángel o el mismo San José castísimo esposo de la virgen, pero algo que sí se sabe es que era un gran enamorado de la Reina del cielo.

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